Estudiantes del bloque True___Lab del Tec campus Querétaro, llevaron a cabo una intervención participativa en la colonia Los Girasoles para rehabilitar un espacio público y convertirlo en un punto de encuentro vivo para sus habitantes: el Parque El Girasol.
El proyecto fue guiado por las profesoras Leticia Aguilar, Montserrat Mendoza, Daniela Arias y el profesor Flavio Rodríguez, además, se sumó la asociación “Un Lugar”, en colaboración con el departamento de Arquitectura, bajo el modelo de urbanismo táctico, se buscó involucrar activamente a la comunidad.
La iniciativa se dividió en tres etapas; análisis de contexto y necesidades, desarrollo de anteproyectos académicos e intervención en sitio.
“No solo era diseñar; era escuchar lo que realmente necesitaban los vecinos”, compartió una de las estudiantes.

Un proceso en tres actos: análisis, diseño y acción
La colonia, fundada en los años noventa, tiene más de 500 habitantes, en su mayoría personas mayores, además, cuenta con 4 espacios públicos: Dos andadores en las manzanas centrales que conectan las dos calles principales; mientras que al centro, un espacio de reunión al norte (La Lonaria) y el área de juegos al sur.
"Aunque cuenta con varios espacios públicos, el área de juegos era vista como sucia, insegura y sin un uso adecuado", señaló Eugenia Ibarra alumna de arquitectura.
El semestre se dividió en tres fases. Primero, un análisis participativo con los vecinos, luego, el diseño de propuestas académicas basadas en las necesidades detectadas.
La intervención en sitio, fue la última etapa pero la más retadora “Fue duro al principio. Tuvimos que tocar puertas para que supieran lo que hacíamos”, añadieron. “Algunos ni se habían enterado hasta que vieron maquinaria y color”.

Juegos, mural y comunidad
El nuevo Parque El Girasol incluye una explanada de tabique rojo, bancas, mesas de concreto, trampolines con llantas recicladas y una resbaladilla renovada.
También se incorporaron jardineras y vegetación para frenar el estacionamiento de autos y mejorar la seguridad.
Uno de los momentos clave fue la pintura de un mural colectivo. “Vinieron niños, adultos mayores, adolescentes… todos pintando juntos. Fue muy emotivo”, dijo Paola Palacio integrante del equipo.
La reja que antes delimitaba el espacio fue retirada, dando paso a una vista abierta y acogedora, el objetivo era claro: transformar el parque en un lugar que invitara a ser habitado, no a mantenerse al margen.
“Queríamos que el parque invitara a entrar, no a cerrarse”, expresó Eugenia Ibarra alumna de arquitectura.
Más que una decisión estética, fue un gesto simbólico: abrir el espacio a toda la comunidad y reforzar la seguridad no con barreras físicas, sino con vida cotidiana, con presencia, con juego y conversación.
Nuestro objetivo es que el parque invitará a entrar, no a cerrarse, ser un espacio para que todos y todas puedan crear comunidad".- Eugenia Ibarra.
Arquitectura que transforma vidas
Durante semanas, el equipo trabajó en la obra y aprendió tanto de la comunidad como del proceso. “Nos enseñaron a pensar más allá del diseño: ¿por qué poner una banca ahí?, ¿por qué esa forma?”, reflexionaron. “Fue una experiencia exigente, física y emocionalmente, pero valió cada segundo”.
El acompañamiento docente fue clave, la profesora Leticia trabajó la mediación comunitaria, se enseñaron bases de análisis urbano, se abordó la sensibilización social y el proceso de una ejecución técnica.
“Nos ayudaron a traducir lo que sabíamos en soluciones reales”, explicaron.
La entrega final no fue formal: fue un convivio espontáneo con comida, refrescos y muchas sonrisas. “Al día siguiente ya había niños en los juegos, gente platicando en las bancas… Ver eso fue el mejor cierre”, concluyeron.

SEGURO QUERRÁS LEER