Estudiantes del Tec de Monterrey se suman a proyecto de grupo de mujeres tejedoras de San Andrés Larráinzar, Chiapas
Por Susan Irais | Redacción Nacional CONECTA - 02/12/2022 Fotos Ana Lucía Aguilar y Andrés Sánchez

Las manos de Rosa se mueven con ritmo mientras entrelaza y tensa cientos de hilos que se sujetan del poste de su casa a su cintura. La técnica que usa fue heredada de generación en generación por su pueblo: los mayas.

Cada hebra de su bordado cuenta quiénes fueron y quiénes son ahora.

Rosa aprendió a usar el telar de cintura desde los 12 años, gracias a Andrea, su mamá. Y comparte que lo más difícil de este arte, es crear la figura de la “Santa Madre”.

Un símbolo que a través de formas geométricas emula una figura femenina. Y se asocia con la Luna y con la Virgen María. 

Este mismo trazo es el que le da identidad a Sluch Metik, una empresa textil formada por artesanas de San Andrés Larráinzar, Chiapas, que trabaja de la mano con el Centro de Innovación Social (CIS) del Tec de Monterrey.

 

Rosa cuenta los hilos y los acomoda para pasarlos al telar de cintura maya
Proceso de telar de cintura maya en Chiapas

 

El sagrado arte de tejer

En Chiapas el 60% de las artesanas son mujeres, de acuerdo con cifras del Instituto Casa de las Artesanías de Chiapas, y es que la mayoría aprenden entre los 10 y 12 años.

Luego, les toma alrededor de dos años afinar la técnica. Son instruidas por sus madres, abuelas u otras mujeres más experimentadas de su comunidad. 

El secreto de la técnica se ha guardado celosamente de generación en generación y se práctica tal y como lo hacían los antiguos mayas (en algunos casos con algunas mejoras).

De hecho, algunas familias tienen muestrarios muy antiguos y tiñen sus hilos solo con extractos de plantas de su región. 

El resultado habla de su cultura, fauna, flora y creencias. Cada elemento tiene un significado y la elaboración dependiendo de la prenda tarda días o años.

Por ejemplo, una prenda pequeña —como un rebozo— tiene un proceso de elaboración de 15 días, mientras que la más elaborada  —un huipil tradicional— implica una inversión de 5 meses a 1 año.

Todo esto ha hecho que el arte de las tejedoras de San Andrés Larráinzar sea conocido mundialmente por su belleza y tradición, sin embargo, es mal pagado.

 

Andrea tensa los hilos; sube y baja las hebras para formar figuras geométricas de la prenda, es un proceso matemático
Proceso del telar de cintura maya en Chiapas

La profesionalización de las artesanas

La mayoría de las artesanas se enfrenta al “regateo” de sus productos. Las personas no pagan el precio justo porque comparan el precio con copias chinas, por ejemplo. 

Además, la mayoría de las tejedoras no habla español, su lengua materna es el tsotsil y tseltal. De acuerdo con el INEGI, en Chiapas hay 1 millón 459 mil 648 personas hablan alguna lengua indígena.

Y de cada 100 personas hablantes de una lengua indígena, 12 no hablan español. Además, tampoco usan redes sociales.

“Buscamos una paga justa por nuestro trabajo y por eso nos reunimos”, explica Rosa.

Fue aquí donde se unieron a la lucha los alumnos del Tec de Monterrey a través del Centro de Innovación Social (CIS).

El CIS tiene la finalidad de vincular a alumnos y universidades, nacionales y extranjeras, dispuestos a trabajar de manera conjunta en proyectos de emprendimiento social. Fue inaugurado el 26 de octubre del 2018 en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.

Las artesanas se volvieron socias formadoras de los estudiantes, les permitieron conocer sus problemáticas y su día a día.

Un socio formador es un agente o entidad del sector manufacturero o de servicios, de gobierno, la sociedad civil o grupos comunitarios, con el cual el Tec establece un vínculo de colaboración a largo plazo dentro del Modelo Tec21, basado en un aprendizaje basado en retos.

En este encuentro, los aprendices del CIS desarrollaron ideas para sumarse a los proyectos que las tejedoras ya tenían.

"Toda la innovación es validada por los pobladores —dice Martha Velázquez, directora de CIS— nuestros alumnos entienden que no ayudamos, nosotros nos sumamos, colaboramos y aprendemos de las comunidades”.

El resultado fue una estrategia de fortalecimiento de capacidades para artesanas: promoción de marca, canales de distribución, finanzas y modelos.

Así nació Sluch Metik, una empresa textil con identidad, canales de venta y artesanas con conocimientos de finanzas.

Una parte distintiva de la marca es que produce productos con tradición, pero que se adaptan a las necesidades actuales.

Por ejemplo, elaboran además de las prendas tradicionales, portalaptops, gorras y otros accesorios con otro potencial de venta.

 

Rosa y su bebé durante el primer paso del telar de cintura maya
Proceso de telar de cintura maya en Chiapa

 

Piezas vivas de la herencia maya

La colectiva de artesanas de Sluch Metik tiene su propia tienda física de productos en unos de los cuartos de su casa.

Sobre una mesa larga de madera muestran bolsas; monederos; pulseras; porta laptops; gorras; fundas de cojines y llaveros.

En las paredes se exponen las prendas más grandes como caminos de mesa, pies de cama, blusas, vestidos y cinturillas.

En medio de esa exposición de arte maya, Rosa señala los símbolos de cada prenda.

El más complejo es el brocado de la “Santa Madre”, una silueta femenina hecha de figuras geométricas. 

Ellas lo asocian con la diosa prehispánica de la Luna, esta divinidad es la que de acuerdo con la cosmovisión maya enseñó a las mujeres el arte del telar de cintura. Ahora también se asocia con la virgen María. 

También hay un bordado que representa a los ancestros: “el sapo”. Además, para el pueblo de Rosa, la presencia de estos anfibios significa que la tierra es fértil y que su cosecha será buena. 

Por esa razón, los suelos de las calles de San Andrés Larráinzar están adornados con esta figura.

Otra representación importante en los telares es "Padre y Madre", un complejo compuesto de dos figuras humanas que se fusionan entre sí y muestran una familia.

El bordado está compuesto por una mujer a la izquierda y un hombre a la derecha. 

La figura femenina tiene cuatro brazos, algo que expone las diversas funciones que es capaz de hacer la mujer durante el día.

Y la figura masculina es plasmada con los brazos hacia arriba, como sosteniendo a su familia, dice Rosa.

Pero ambas figuras se fusionan en el pie, “porque son uno mismo”, dice Rosa.

A las artesanas también les gusta dibujar lo que ven en su comunidad, sus productos son un catálogo de las flores de la región.

El rombo es la figura geométrica que prevalece en sus bordados y que forma otras siluetas más complejas, pero por sí mismo, representa los puntos cardinales y el tiempo.

Cada pieza de arte es una ventana abierta al pasado maya y también es un libro donde se trazan los días, años, fiestas importantes y puntos cardinales. Pero, sobre todo, donde se dibujan los sueños y luchas de las mujeres tejedoras.

 

Acerca del 1er. Taller de Conocimientos Indígenas 

El encuentro con las tejedoras fue parte de una experiencia inmersiva que tuvo lugar en el 1er. Taller de Conocimientos Indígenas de la Asociación de Universidades de la Cuenca del Pacífico (APRU). organizado por el Tec de Monterrey y la Universidad de Melbourne.

El encuentro se llevó a cabo en Chiapas del 1 al 5 de noviembre, en el Centro de Innovación Social (CIS) del Tec de Monterrey, bajo el auspicio también del Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana de la institución. 

"Para el Tec este encuentro es sumamente importante porque somos países con una diversidad y una riqueza cultural enorme. Tenemos que reconocer, dignificar y visibilizar la riqueza que somos y que aún podemos ser", dijo Inés Sáenz, vicepresidenta de Inclusión Social, Impacto y Sostenibilidad.

Durante la experiencia, representantes de Ecuador, Filipinas, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Estados Unidos y México compartieron sus mejores prácticas que los investigadores han visto para la preservación de la lengua, educación, diversidad cultural e identidad indígena.

La comitiva tuvo la oportunidad de ir a conocer a las artesanas de telar de cintura de San Andrés Larráinzar, comer con ellas, ver el proceso de elaboración de prendas, admirar sus productos y comprarlos.

 

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