“Juanito” mide casi dos metros, pero lo que más destaca de él no es necesariamente su altura, sino la manera de bailar.
Y desde que lo aceptaron en una audición de danza sin un gramo de experiencia formal, no ha dejado de bailar. Aunque al principio describe que se sintió como un impostor, posee desde niño un sentido del ritmo único.
“No entendía por qué me eligieron. Me dijeron que tenía potencial. Yo no veía eso", dijo Juan Héctor Pérez, estudiante de Producción Musical del Tec de Monterrey, sobre su primer paso en los escenarios del Tec.
A partir de ahí, ha construido un estilo personal de baile que aunque muchos de sus compañeros identifican como propio, pocos saben describir: “Juanito siendo Juanito”, comenta Pérez entre risas.
En VIBRART 2025, "Juanito" encabezó a los equipos de baile del campus Monterrey hacia el primer lugar en las categorías de Danza Moderna y Urbana en la Final de Tec Dance.

Saltando al vacío: una partida sin expectativas
“Juanito” no tenía expectativas cuando se inscribió en su primera clase de baile en PrepaTec Garza Lagüera a los 15 años, cuando apenas sabía que existían otras opciones más allá de bachata o salsa.
“Creía que solo se podía aprender esos dos ritmos por alguna razón, no sé”, recuerda apenado.
En ese punto, la idea de formar parte de un grupo representativo de danza no estaba en sus planes, sin embargo el destino parecía estar en desacuerdo.
“¿Qué es lo peor que puede pasar?”, se preguntó a sí mismo Juan cuando al inscribirse a una clase de danza urbana, se le propuso audicionar para una presentación.
Fue por curiosidad, el alumno llegó a una audición inspirada en la música de la banda Timbiriche, una experiencia ajena para él, pues mientras otros giraban y extendían las piernas con confianza, ‘Juanito’ se limitaba a imitar la coreografía.
“Nada que ver con los demás. Hacían cosas que jamás había visto (...) Me acuerdo que salí del auditorio pensando: ‘Estuvo buena la experiencia’, y ya. No esperaba nada más”.
Pero para su sorpresa, pronto recibió un correo: había sido seleccionado.
La noticia llegó sin muchas instrucciones, y por un momento pensó que había sido un error.
“Me llegaron varios correos y pensé que eran cosas distintas. No entendía qué seguía, ni si de verdad había quedado.”
No obstante, Pérez recuerda que lo que más lo tranquilizó en ese entonces fue no tener que preparar una coreografía con antelación.
“Menos mal que no me pidieron montar una coreografía, porque en ese entonces no hubiera podido hacer nada.”
A pesar de la incertidumbre, algo en sí lo empujó a seguir, explicando cómo su manera de sobrellevar los nervios, hasta hoy en día, fue imaginando que no estaba en una oportunidad única, sino en una especie de “side quest” o misión secundaria en su vida.
Esa primera audición, la misma que parecía fuera de lugar, se convirtió en el punto de partida de su camino artístico.
“Ahí pasé mis tres años de prepa y ya llevo tres años de carrera en esto y me falta el último.”
Un sentido del ritmo único desde niño
Juan creció en una familia donde la música no era profesión, pero sí parte del ambiente cotidiano. Su mamá y su papá no son artistas: ambos son contadores y su hermano estudia programación.
Aun así, algo en casa afinó su oído desde temprano.
“Escuchar música siempre fue normal. Yo pensaba que todos sabían seguir el ritmo”, recordó Pérez que no fue hasta después, al tratar de explicarlo a otros, que se dio cuenta de que esa sensibilidad no era tan común.
“Le decía a alguien: ‘Es en el tiempo’, y me respondían: ‘¿Cómo que en el tiempo?’”.
Esa noción intuitiva de ritmo lo ha acompañado desde niño, incluso antes de saber que bailaría, compartió el joven.
Su hermano Luis, aunque no toca o baila, también tiene buen oído: “cuando escucha música, sí tiene ritmo y sensibilidad al pitch. Mi mamá también tiene mucha noción del ritmo.”
Sus influencias para definir su estilo
Lo que Juan pensó era algo natural, luego se convirtió en una ventaja clave para su formación artística a la par de las influencias musicales que lo marcaron desde la adolescencia y hasta la actualidad en su estilo.
“Probablemente mi playlist de los 12 años se resume en Michael Jackson, Bruno Mars y Justin Bieber”, dice. Tres artistas ‘pop’ urbanos cuya mezcla de baile y canto lo inspiraron profundamente.
“Todos comenzamos imitando. Cantas a alguien tantos años que terminas sonando como él, sin saber por qué. Después ya te preguntas: ‘¿Qué sonido quiero yo?’”.
Esa mezcla de oído, ritmo y observación lo ha llevado a desarrollar una identidad escénica flexible, difícil de clasificar.
“No tengo un estilo fijo, pero la gente dice que soy ‘muy yo’. Que me ven y dicen: ‘Eso es Juanito’.”
Aunque no se formó en una familia de músicos, "Juanito" sabe que su impulso artístico viene de algo interno.
“Sé que voy a terminar en la música, de alguna forma. Si no soy cantante, soy coreógrafo. Si no, algo técnico. Pero sé que tiene que ser ahí.”
“No tengo un estilo fijo, pero la gente dice que soy ‘muy yo’. Que me ven y dicen: ‘Eso es Juanito’.”
De ‘impostor’ a líder, el camino al primer lugar en VibrArt2025
"Juanito" nunca pensó que encajaría. Desde su primera audición, sintió que todos sabían algo que él no, al haber, en su mayoría, tenido preparación desde una temprana edad.
“Todos tenían un nivel…y yo no. Yo estaba bien abajo, nada que ver.”
Ver bailar a otros le provocaba admiración, pero también duda:
“Como artista, es muy común asumir que no puedes igualar lo que ves. A veces ves algo y piensas: ‘Esto me gusta más que lo que yo hago’, entonces asumes que no eres tan bueno.”
Esa sensación de no estar a la altura lo acompañó durante mucho tiempo, especialmente al inicio.
“Me acuerdo haberle preguntado a la maestra por qué me había elegido. Y me dijo lo que me esperaba: que veía potencial en mí.”
Lo vivió también cuando lo impulsaron a audicionar para una beca en carrera.
“Ya para entonces los de carrera me conocían, no era un desconocido. Entonces sentía que, si no quedaba, todos iban a pensar que me habían sobrevalorado.”
Y aunque con los años ganó experiencia y confianza, el pensamiento volvía. “Es un amor-odio: qué padre que me reconocen, pero ¿y si descubren que no soy lo que creen que soy?”
Sin embargo, una de las claves para Juan ha sido transformar esa inseguridad en energía creativa.
“Aunque empieces sintiéndote como impostor, al final lo bonito no es ser diferente, sino hacer algo que a ti te guste.”
"El impostor sigue ahí", admitió "Juanito"; empero la diferencia ahora es que más que ser un miedo constante, este sentimiento también lo ha impulsado a retarse a sí mismo u a otros, particularmente en competencias como Tec Dance en el festival artístico del Tec VIBRART.
Siendo un pilar para sus equipos, llegando en conjunto hasta el primer lugar de esta competencia tanto en danza moderna como urbana, Pérez pasó de sentir que iba a ser “desenmascarado” como fraude a liderar los pasos hacia la cima junto con sus compañeros..
“Me acuerdo haberle preguntado a la maestra por qué me había elegido. Y me dijo lo que me esperaba: que veía potencial en mí.”
Cuando bailar ya no es solo ejecutar
Durante la última edición de VIBRART, el bailarín pasó a convertirse en un actor clave de la dirección coreográfica de sus equipos, participando en dos propuestas: una de danza urbana (“1985”) y otra moderna ( "‘til we’re empty").
En lo urbano, el equipo apostó por la diversión, el color y la nostalgia.
“Queríamos que fuera algo reconocible y alegre. Diversión, alegría y fiesta (...) Pero sabíamos que si la canción era conocida, teníamos que superar las expectativas del público.”
Según Pérez, ‘1985’ fue un éxito ya que el grupo se sintió libre, confiado y auténtico.
“Se dieron las condiciones exactas: la energía del grupo, el entendimiento con Naomi (Solís) y la vibra de todos. Fue un montaje muy orgánico.”
En contraste, el diseño de la coreografía urbana, según Pérez fue intensa, emocional y agotadora, no solo por el proceso sino por el contexto, ya que sentían que cargaban con el legado del equipo de Monterrey que ganó en ediciones anteriores.
“El mensaje era: darlo todo aunque no te lo regresen. Amar sin condiciones. Acabar vacío si es necesario (...) En urbano fue gozar. En moderna fue desgarrarse. Ambas coreografías fueron muy diferentes entre sí.”
Por otro lado, aún cuando la coreografía moderna lo sacó de su zona de confort técnica, conectó con algo más profundo.
“Nunca imaginé ganar algo en contemporáneo. Siempre sentí que era para gente con más formación que yo.”
El resultado fue inesperado, pero no lo más importante.
“Lo mejor no fue el premio. Fue el proceso. Ensayar, equivocarnos, reírnos, desvelarnos… todo eso fue más valioso que el aplauso final.”
“Los resultados duran 30 segundos, pero el camino se queda contigo”, y para el estudiante de LTM, lo verdaderamente memorable de VIBRART no fue ganar, sino crear algo que estuviera a la par del legado pasado y tuviera un impacto en el público.
VIBRART es el evento de arte y cultura más emblemático del Tec de Monterrey, en el que miles de estudiantes participan en una diversidad de eventos en formato concurso, independientemente de la carrera profesional que están estudiando.
El festival está conformado por 8 categorías: Canción, Tec Dance, Cine, Creación literaria, Concurso de Artes visuales, Monólogos, además del Premio al Talento que inspira y Tec Talent.
En la edición 2025, cerca de mil fueron seleccionados para compartir su talento en el escenario en la ciudad de Querétaro.
"Al final, todo parte de lo mismo: sentir y crear algo que te permita quedarte, aunque sea un rato, en el corazón de alguien.”
De bailarín a coreógrafo y ahora cantautor
Hoy, después de casi seis años hablando con el cuerpo, "Juanito" decidió usar también su voz con Meta Vida, un proyecto musical a manera de una colección de diez canciones que cruzan el amor, la pérdida y la memoria.
El nombre del proyecto viene de la idea de trascender, la vida y emociones que sobreviven incluso cuando las personas ya no están, explicó Pérez quien ha sido apoyado por compañeros y amigos en este proyecto.
“Escribir con base en lo que vives vale la pena, aunque te escuchen solo tres personas”, dijo, ya que para él, no se trata de crecer su popularidad, sino de compartir su verdad.
“Si no hay propósito, prefiero no hacerlo.”
“Cada canción tiene una historia. Algunas están dedicadas a personas que nunca lo sabrán (...) Hay canciones que son para alguien específico… pero no sé si algún día se los diré”, comentó de manera juguetona.
A pesar de que no se considera músico de formación, el alumno toca la guitarra y busca ante todo una perspectiva honesta e íntima que parte desde la vulnerabilidad y sus experiencias en otros proyectos y situaciones personales.
Para "Juanito", no hay separación entre sus disciplinas.
“Puedes escribir un poema que se baile o bailar una canción que se canta. Al final, todo parte de lo mismo: sentir y crear algo que te permita quedarte, aunque sea un rato, en el corazón de alguien.”
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