Desde pequeña, Valeria Higuera encontró en la música su mayor pasión, pero su curiosidad por la ciencia y las matemáticas nunca dejó de crecer.
Con el tiempo, descubrió que la ingeniería también tenía un lugar en su vida, desafiándola a armonizar ambos mundos.
Al día de hoy, Valeria estudia Ingeniería Industrial y de Sistemas en el Tecnológico de Monterrey campus Sinaloa y continúa desarrollando su talento musical.
"Si se libera mi agenda, ese tiempo se convierte en ensayo. Mi cello me acompaña a donde vaya".
La estudiante destacó que siempre le llamó la atención la ingeniería, sin embargo confiesa que muchas personas le dijeron que no podía combinarla con su pasión por la música.
"Fue en ese momento cuando decidí que haría lo imposible por seguirlas a la par", comentó.
"Mi papá siempre me decía que la ingeniería no solo te abre puertas, sino que te abre la mente", reflexionó.
La estudiante afirma que su experiencia en la música no solo ha fortalecido su capacidad de adaptación, sino que le ha brindado oportunidades para desarrollarse en distintos escenarios.
"He tenido la oportunidad de formar parte de numerosos conciertos con la Orquesta Esperanza Azteca, participando en diferentes áreas, tanto como acompañante como solista, en galas y eventos importantes", señaló Valeria.
Pero su momento más memorable llegó con una gira que culminó en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.
"Uno de los momentos más significativos para mí fue cuando gané mi primera gira, con todos los gastos cubiertos, para tocar con una orquesta juvenil en algunos de los teatros más bellos de México", destacó.

La organización de los dos mundos
"Salgo de mi casa a las 6:30 a.m. y no regreso hasta las 8:30 p.m. Cada minuto cuenta", aseguró.
Asimismo, Valeria afirma que su secreto para mantener su vida en equilibrio es la organización, compromiso y una pasión inquebrantable.
"Si se libera mi agenda, ese tiempo se convierte en ensayo. Mi cello me acompaña a donde vaya", expresó.
Un futuro en música e Ingeniería
A lo largo de los últimos años, Valeria ha continuado desarrollándose tanto en el ámbito académico como en la música, combinando ambas pasiones.
"Ambas requieren estructura, lógica y creatividad. Ambas transforman ideas en realidades", afirmó.
Las similitudes entre ambas disciplinas han sido fundamentales para su desarrollo personal y académico.
"Muchos piensan que la música y las ciencias no tienen nada en común, pero en realidad, están llenas de fracciones, proporciones y patrones matemáticos", explicó.
Incluso las lecciones de la música han influido en su manera de abordar la ingeniería.
"Recuerdo que en una masterclass, el maestro me dijo: 'Si quieres, hazlo con el codo, lo importante es que suene'.
Lo mismo ocurre con la ingeniería: cuando enfrentas un problema, buscas diferentes maneras de resolverlo", señala Valeria.

Un vínculo temprano con la música
Desde que tiene memoria, la música ha sido una constante en su vida. A los cuatro años, su fascinación por el piano de su hermana era tan grande que, aunque no tomaba clases, se sentaba a observar cada movimiento.
Su atención era tan intensa que el maestro decidió darle una oportunidad. Un año después, ya estaba tocando en presentaciones.
"No creo que haya sido un solo momento el que despertó mi interés por la música. Ni siquiera vengo de una familia de músicos, pero desde pequeña supe que tenía una conexión especial con ella", comentó Valeria.
A los cinco años, audicionó para la Orquesta Sinfónica de Esperanza Azteca, con el sueño de tocar el cello. Sin embargo, aún no existía un instrumento de su tamaño. Mientras tanto, encontró su espacio en el coro.
"Por alguna razón, siempre supe que mi único camino era el cello. Pero, debido a mi tamaño, no podía tocarlo, ya que no existía un 'cello pequeño'. Así que mi único instrumento disponible era mi propia voz", recordó.
A los siete años, llegó el momento que tanto había esperado: el primer cello a su medida.
"En cuanto puse mis manos en ese instrumento, supe que era para mí. Fue como un respiro, algo que había estado buscando sin saberlo", relató.
Con el tiempo, Valeria se destacó, convirtiéndose en co-principal de la sección y obteniendo su primer solo de cello. Pero, a pesar del éxito, su camino musical dio un giro inesperado.
"Después de obtener mi solo en cello y ver que había más oportunidades en el coro, decidí regresar a esa disciplina", explicó.
Los retos de combinar pasiones
Mantenerse firme en ambos caminos ha sido un desafío, según la estudiante. La carga académica y las exigencias musicales le han demandado disciplina y sacrificio.
"He tenido que cancelar muchas salidas por mis clases, por una presentación que se acerca y tengo que practicar, o por un examen y necesito estudiar", compartió.
Pero el mayor reto ha sido encontrar tiempo para ambas pasiones sin descuidar su bienestar.
"El camino no ha sido fácil, la presión ha sido fuerte y gracias al trabajo que te piden las dos, he pasado por muchos cuadros de ansiedad, pero con ayuda de mis maestros, amigos y familia, las he podido sacar adelante", exclamó.
A pesar de las dificultades, Valeria sigue adelante con la certeza de que no tiene que elegir entre la música y la ingeniería.
"Realmente nadie tiene una imagen clara de lo que va a hacer con su vida, pero estoy trabajando para poder tener más certeza que ayer de ser un futuro prometedor".
Su consejo para quienes creen que deben escoger entre la ciencia y el arte es que encuentren el tiempo para hacer todo lo que les apasiona.
"¿Quién dice que tienes que escoger? El límite está en tu cabeza", finalizó.
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