Profesora del Tec de Monterrey especialista en política internacional analiza el impacto que tendrá la llegada de Joe Biden y Kamala Harris, como vicepresidenta, a la Casa Blanca
Por Gabriela de la Paz | Escuela de Gobierno - 11/11/2020

Fotos: Facebook de Joe Biden

Gabriela de la Paz | Opinión | Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno

Joe Biden es ya el Presidente Electo de Estados Unidos. El complejo sistema electoral de ese país no requiere que una autoridad electoral anuncie su victoria.

En vez de eso, existen 50 autoridades electorales estatales que ya han anunciado quien ganó en su estado. Una vez que alguien aseguró los 270 votos electorales, es considerado el ganador.

Así, la victoria de Biden y Kamala Harris representa mucho más que la derrota del populismo. Es el regreso de la decencia a la política estadounidense, que tal vez para nosotros no sea mucho, pero que implica respetar los acuerdos políticos y al adversario.

 

Joe Biden

 

Hablar con la verdad y basarse en hechos, no en mentiras. Reconocer que hay límites a la actuación del Ejecutivo y que el compromiso es con la nación, no con el Presidente.

Harris en la Vicepresidencia es un hito que personifica el sueño americano. Ella irá abriendo puertas a las demás, refrendando el valor y el poder de las mujeres negras como Stacey Abrams.

Por su experiencia como Fiscal de California es clave en los asuntos de justicia racial del movimiento Black Lives Matter.

La personalidad de Biden contrasta obviamente con la de Donald Trump. Es un hombre sencillo, común y muy sensible a las tragedias de los demás, pues él las ha vivido a lo largo de su vida.

Eso, como Franklin D. Roosevelt y su poliomielitis, les hace bajarse del pedestal e identificarse con las personas que enfrentan dificultades.

De ahí su énfasis en crear políticas de empleo favorables a los trabajadores y los jóvenes, que han sido los más golpeados por los efectos de la globalización y la pandemia.

Biden entiende la imperiosa necesidad de frenar la emisión de gases de efecto invernadero y poner políticas para evitar el calentamiento global.

Presionado por el ala progresista de su partido, y con la influencia de Harris, Biden restaurará las protecciones al medio ambiente y buscará que los obreros se coloquen en empresas "verdes". Esto es opuesto a los planes energéticos de AMLO.

En cuanto a la política exterior, quien encabece la Secretaría de Estado deberá reconstruir este Departamento, al igual que tendrán que hacer muchos otros, pues para Trump la burocracia es parte del "pantano" que toma decisiones y afecta a la gente común.

Esta Secretaría ha tenido importantes pérdidas de personal, pese a que es un órgano clave para los intereses estadounidenses en el mundo.

Al igual que la Administración Obama en su momento, tendrá que embarcarse en una gira de buena voluntad restableciendo lazos con los viejos aliados y fortaleciendo las alianzas transatlánticas y las instituciones multilaterales.

Veremos el regreso de este país a los Acuerdos de París, a la Organización Mundial de la Salud, la Unesco y tal vez una renovada Alianza para el Pacífico.

Los espacios que Estados Unidos dejó vacíos los aprovechó China para sus proyectos de la Ruta de la Seda.

Con Beijing deberá decidir si enfrentarse por el 5G y las violaciones a los derechos humanos o buscar algún mecanismo de cooperación.

Biden debe replantear la relación con América Latina, un continente que ha sido relegado y donde China ha logrado hacer importantes acuerdos.

Después de todo, esta es una zona que no plantea ninguna amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos y planes de desarrollo conjunto pueden disminuir la inmigración hacia el norte.

Al respecto, esperamos que la relación con México sea cordial, pues ya existen múltiples mecanismos que garantizan el entendimiento y el business as usual, puesto que las cadenas de producción afectan importantes intereses privados en ambos países.

Sin embargo, las ideas de Biden no concuerdan con las de AMLO, pese a que ambos se consideran de izquierda.

Uno de los temas cruciales para México es el migratorio. Aunque el reforzamiento de la frontera seguirá sin cambios, la reforma que promueva Biden tiene que legalizar a los dreamers, que en su mayoría son de origen mexicano y a sus padres.

También tiene que tomar en cuenta el nuevo perfil de los migrantes: familias centroamericanas que cruzan por México y que no se adaptan a las existentes leyes sobre detenciones y asilo.

Recordemos que Obama prometió dos veces una reforma migratoria que no cumplió y que para ello Biden deberá contar con el Congreso en pleno. Eso todavía no está claro. Si lo logra, empezará con el pie derecho su gestión.

 

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