Una experiencia personal de autodescubrimiento llevó a Alondra Quiñones a convertirse en maestra y guía artística de las y los estudiantes de PrepaTec Ciudad Juárez.
La profesora cuenta que encontró en el arte escénico un camino de transformación. Su historia comenzó en el canto y el teatro musical, pero fue en 2006 cuando identificó en el movimiento una forma profunda de conexión con sus emociones.
Desde entonces, la danza se volvió su medio para explorar, aprender y compartir, y con 15 años de preparación continua con talleres, seminarios y colaboraciones artísticas, dice ha demostrado su compromiso con una práctica segura y consciente de sus clases diarias.
"Decidí convertirme en maestra porque quiero compartir esa experiencia transformadora con otros, motivarlos a expresarse y a conectar consigo mismos”, comenta Quiñones.
“Decidí en convertirme en maestra porque quiero compartir esa experiencia transformadora con otros”.
Formación, técnica y crecimiento emocional a través del cuerpo
Como docente, Alondra Quiñones se enfoca en formar intérpretes versátiles. En sus clases en el PrepaTec Ciudad Juárez trabaja técnica de jazz, danza moderna, improvisación, floorwork, acrobacia, acondicionamiento físico y montaje coreográfico.
Además, cada mes incorpora clases especiales que según la profesora desafían a sus estudiantes y enriquecen su formación artística. Y es que, para ella, el objetivo va más allá del escenario:
“El mayor logro es ver cómo cada estudiante gana confianza en sí mismo, cómo se transforma desde adentro”, afirma.

Para la profesora, ese crecimiento individual se ve reflejado en montajes y presentaciones. Ella ha dirigido piezas para eventos institucionales como Noche Mexicana, Mujeres en Movimiento, y la producción anual Lo que en vida fue, eterno será. Asimismo, ha representado al Tec en competencias coreográficas.
Para Quiñones, un ambiente seguro es fundamental para que el estudiante explore y tome decisiones creativas desde su corporalidad, pero también para que comprenda el valor del compromiso y la constancia.
“Fomento la expresión individual y la responsabilidad como una dupla que impulsa el desarrollo artístico”, menciona.
“El mayor logro es ver cómo cada estudiante gana confianza en sí mismo, cómo se transforma desde adentro”.
La danza como herramienta de conciencia y transformación
Desde la perspectiva de Quiñones, el arte escénico tiene un papel clave en la formación integral de los jóvenes, ya que promueve la sensibilidad, el trabajo en equipo, la confianza y el pensamiento crítico.
En sus clases, menciona, cada estudiante es valorado en su individualidad, con apertura a la diversidad de habilidades, contextos y formas de aprender.
Además de su preparación técnica, la profesora se mantiene actualizada observando tendencias, colaborando con colegas y participando en espacios de formación. Esta actualización, afirma, le permite ofrecer una enseñanza conectada con el presente y con los desafíos contemporáneos del arte.
En ese sentido, a quienes buscan en el arte una vocación, les comparte un mensaje:
“No existe una estructura lineal ni pasos fijos dentro del gremio; el proceso en el arte es diferente para cada persona. Confíen en sí mismos, su voz importa”.

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